El problema es el siguiente: un amigo llama a la puerta de tu casa pidiéndote entrar por un motivo imperioso y accedes a que entre. A los pocos minutos, estando tu amigo aún bajo un extraño shock nervioso, llama a tu puerta un señor con un cuchillo de carnicero de quince centímetros en su mano y te dice:
- Por favor, necesito encontrar a tu amigo porque siento el irrefrenable deseo de perforar sus órganos vitales con este arma blanca hasta causarle la muerte ¿está en tu casa?
Esta entrada fue publicada
el sábado, abril 25, 2009
y está archivada en
LA COLUMNA
.
Usted puede publicar un comentario
y seguir los comentarios a esta entrada con
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
.

0 comentarios